viernes, 30 de diciembre de 2011

DANIELA

Carta abierta en la web

Como siempre salí tarde, unos 35 minutos después de la hora pactada, justo a la hora en que pasa el metro cerca de donde vivo y al subirme en estación chorrillos no hay chofer ni conocido que me pregunte ese incomodo ¿Qué tal?

Cada vez que voy a juntarme con alguna chica con las que converso, disfruto muchísimo imaginando qué hará mientras espera: De seguro los primeros cinco minutos mirará muy de reojo a cada hombre que pase cerca, rehuirá las miradas para demostrar distancia, para “hacerse la interesante”. Luego caerá lentamente en la intranquilidad de los diez minutos, mirando alrededor y reconociendo el lugar y convenciéndose que no se haya equivocado; mirando el reloj y girando las manijas con sus ojos hasta llegar al filo de los veinte minutos, ¡los benditos veinte minutos! Es en ese exacto momento donde todas se paran con indignación. Algunas parten su caminar seguras, y por orgullo no miran ni retroceden, pero esas de las que me enamoro siempre esperan, esperan no por mi atraso, esperan porque ellas lo deciden.

A diferencia de muchos yo no suelo usar un nombre falso. Nadie puede enamorarse de una voz que gime un nombre ajeno. Ya casi llegaba cuando noté que algo raro ocurría: En el paseo no había niños ni jóvenes, sólo adultos esparcidos con sus mismas jorobas, arrugas y mañas que yo detesto cada vez que me veo en las mañanas. ¡Esto nunca ha sido así!

Mis lugares de encuentro siempre mezclan edades, si se cargan mucho hacía una de ellas es normal que surja desconfianza y eso termina demorando todo. Sabía de memoria el celular de Daniela, (nunca registro teléfonos) así que entré a una pizzería y llamé desde un teléfono público que tienen allí:

- Aló Dani ¿Dónde Estás?
- “¡Mario! Donde quedamos poh. ¿Ya no vienes?”
- Pasé en auto y no pille estacionamiento. No te vi.
- “Bajé a una roca más cerca del mar. Pero no voy a subir a buscarte. ¡Te espero hace casi una hora”
- Voy a compensarlo. Disculpa, me verás en 3 minutos.

Apuré el paso y me agité un poco ¡Me encanta el segundo antes de encontrarme con alguna chica del chat! Soy muy pelotudo para seguir poniéndome nervioso, pero me subí a las rocas casi de un salto. Comencé a bajar y vi sus hombros saliendo de un vestido; No quise gritar.

- Te prometo que nunca más te hago esperar. ¡Moría por verte en persona
- “No voy a poder ir contigo”
- ¿Qué pasó?

La cara de ella estaba desencajada. Nunca dejé de mirarla a ella mientras un orangután me tomó de los brazos y me rompía las muñecas. Me obligó a callar. Me esposó fácil mientras un tipo flaco y nervioso la sacaba rápido de la escena, ¡Esa era nuestra escena!

Nunca pudieron demostrar delito alguno. Yo no junto ni pornografía, ni evado impuestos ni hago nada a la fuerza. Yo simplemente aprecio la dulzura de cuando la niña quiere ser mujer pero su cuerpo aún no la deja; Esa sensación de querer explotar que marea antes de siquiera ser adolescente; Pero ellos inventan las reglas. Nunca más la pude ver.

Estuve 30 días en prisión preventiva. Estaba seguro que me esperaría. De alguna forma no me podía convencer que nuestros aprontes, esas veces que hablábamos desnudos por el chat, todas esas noches que nuestros ojos se devoraban a través de una cámara hayan sido una puesta en escena falsa o monitoreadas por alguien. Nadie que aún haya pecado tan poco puede mentir con los temblores de su cuerpo sabiendo que alguien la vigila.

Amigos: No necesitan saber mi nombre, además pocos aquí se sinceran con ello. Llevo tres días tratando de ubicarla, buscando en páginas para rastrear su nick: D@ni-03. Esa es la razón de que publique esto aquí. ¡Necesito encontrarla! Necesito mi razón.

Le dije que nunca más llegaría tarde y yo no miento, no me interesa mentir.