lunes, 23 de febrero de 2009

Opinión ajena

La opinión ajena como espejo o juez, puede ser un verdadero ácido tanto para nuestras acciones como para los ojos con que las valoramos; Partiendo de la base que nuestra sola mirada ya es una distorsión, el equilibrio valorativo se muestra como una decisión compleja y variable según la carga afectiva que suponga el momento y la acción misma.

La mayoría busca un núcleo de opinión: ídolos o rectores morales, compañeros de camino que nos sugieren una ruta trazada con decisión y enfoque claro, alternativas que nos hagan dudar y sopesar, y por último a aquellos que vulneraron los temores de la confianza para convertirse en amigos... -es aquí, donde radica un peligro un poco más de pulso.

La amistad sugiere necesariamente un grado de vulnerabilidad aceptado, -- muchísimas veces consensual, determinando una relación temporal y nutritiva en la que no nos despeinamos más de lo que se nos permite despeinar, y así se van quemando etapas en busca de solidez. –Por el otro lado, a veces la vulnerabilidad surge tan espontánea como en el amor, y ahí los criterios se vuelven flexibles ante una “sensación”, que sólo toma solidez cuando los momentos de gravedad le exigen pruebas de disposición y acción.

Me parece que la genuina y noble tendencia a aceptar criterios de opinión respecto de uno, de sus acciones, y de las acciones de aquellos que nos afectan,de parte de alguien cuyo mérito es la empatía y una espontánea tendencia a hacer propias las luchas de aquel que realmente las sortea, significa un ejercicio ingenuo que no debe superar la barrera de la tolerancia: y si matemáticamente cuando reduzcamos las probabilidades, probablemente debamos cambiar la alternativa, creo que socialmente uno debe ser más pragmático.

Lo anterior ( ¡¡¡!!!) no es una crítica patológica a la confianza en las amistades, si no la exigencia de un criterio a la hora de determinar cuan permeable es un reducto de mi vida a las personas que no lo comparten: hay mezclas que no resultan.

……....Sin ganas de criticar la fragilidad de carácter que significa estar obsesivamente pensando en los otros, ya sea ocupando sus escupos emocionales como engrosamiento de la piel propia o como medición de nuestra idoneidad para ser nosotros mismos, ya sea reocupando sus acciones y palabras para digerir un juicio que fue sentenciado antes respecto de dichas personas, mi idea es simple:
La idoneidad para ser nosotros viene de nosotros por un tema de criterio e intuición respecto de lo que nos gustaría ser, y de lo que creemos nos dará esa satisfacción que buscamos … el otro vendrá para reinterpretarnos o para señalarnos lo que está en nuestra nariz, pero la pelea es propia.




PS: Mi opinión no importa pero no vale la queja de quien deje blanca su narz por entrometerce en estas líneas.